28.11.09

Painless in Seatle

Es curioso cómo funciona el karma.

Los viernes son un gran día, generalmente salgo de mi clase de Literatura Medieval a las once de la mañana y camino por Islandia hacia la facultad de medicina, en donde me encuentro con amigos y jugamos futbol o basquet un rato en las canchas de dicho lugar. Ayer no fue la excepción; salí de Medieval con un café caliente en las manos y salí de la facultad mientras pensaba en lo frío que estaba el día y en lo horribles que son los días que combinan el sol quemador con el aire helado, caminé un poco más y pensé en cómo me burlaría de mi amigo Abraham al llegar así que apresuré el paso.

Al llegar a las canchas de medicina me terminé mi café y hurté de la mochila de Abraham unos duraznos en almíbar con crema que engullí con calma, me quité la chamarra y me dispuse a jugar futbol. Como mi plan desde un principio era el de fastidiar a Abraham decidí que no debía perder tiempo por lo que comencé a perseguirlo para arrebatarle el balón. Todo iba bien: le quité el balón, lo empujé, lo jalé, lo tiré un par de veces y metí gol. Entonces Abraham comenzó a enojarse.

Luego de un buen rato de muchos golpes y sudor Abraham decidió que tenía hambre y que se comería su almuerzo, sin pena alguna y con una sonrisa burlona en la cara, le grité que ni lo buscara porque ya me lo había comido, Abraham explotó. Me gritó que desde que había llegado no había hecho más que fastidiarlo y que era una mala persona y blah blah blah.

En ese momento me aburrí y fui a comprar agua y un cigarro, pensé que ninguna de mis acciones tendría consecuencias graves, con esto me refiero a consecuencias que me afecten a mí por su puesto. Sin embargo hoy amanecí con mucho dolor muscular pues en mi afán por fastidiar no me dí cuenta de que estuve corriendo más de dos horas con tennis no adecuados, me duele la espalda y las piernas y necesito Ibuprofeno, lo peor de todo es que al rato hay fiesta y seguramente Abraham se vengará de mí de una u otra manera.

La única moraleja de todo esto es: no hagas ejercicio de ningún tipo, ni siquiera para joder al prójimo.