19.5.10

Annoying Ana o sobre mis teorías apocalípticas

Tengo una teoría: Diego (el chico que se sienta a mi lado en Historia Literaria Norteamericana) es un robot.

Si, sé que suena loco y poco probable pero hey!, así es este mundo en el que vivimos. Anyway, hoy finalmente y luego de muchos planes fallidos para descubrir su verdadera identidad decidí enfrentármele.

Esta mañana las aves cantaban, había poco tráfico, el día aun no se ponía tan insufriblemente caluroso, en fin, todo pintaba para ser un gran día en la facultad de Filosofía y Letras. Llegué con un ligero y elegante retraso a mi clase, todavía logré fumar un cigarro y pisotear un letrero de los hippies sobre algo de los presos políticos o la comida de la cafetería o (coloca tu causa ridícula favorita aqui) antes de entrar al salón, por lo que mi humor mejoró aún más. Entonces Diego hizo su aparición, actuando sospechoso y mecánico como siempre y abriendo los ojos al extremo al hablar.

Nos miramos con cierto rencor y nos saludamos como es debido. -Diego- dije yo, muy seria mientras trataba de sentir el frío metal debajo de la piel sintética de sus mejillas.
-Ana- dijo él, también muy serio pues sabe que sospecho de él y que pronto será descubierto.
Luego de escuchar cómo Diego discutía con mi amiga Diana sobre algo de unas copias de un libro, entramos al salón y mientras la maestra decía incoherencias sobre Thomas Pynchon y Tony Morrison comencé con la presión psicológica. Como la clase es en inglés y no se nos tiene permitido hablar en español, paso literal mi conversación con Mr. Roboto:

Ana- Hey, you're a Robot.
Diego- No, I'm not.
Ana- Yeah, I'm pretty sure you are.
Diego- I've been telling you this like forever, no! I'm not a robot!
Ana- Uuuh, little robot is getting cranky!
Diego- Oh God...

-pausa- Aquí la maestra interrumpió la conversación para preguntarme sobre la segunda ley de la termodinámica y su aplicación a un sistema cerrado de comunicación. Yo, por supuesto, respondí algo increíblemente inteligente que la dejó pasmada un par de minutos dándome la oportunidad de continuar con mi interrogatorio.

Ana- So... robot, tell me, how is it to be all steely and chromed?
Diego- Please stop.
Ana- All cold and lonely...it has to be lonely to be a robot right? I mean, in your planet maybe you have like your little robot girlfriend or something, but you know, here on Earth I'm sure you must feel awful.
Diego- In my planet?! I'm a robot not an alien!! Jeez! you don't even discern between one thing and the other!

En fin, la conversación/interrogatorio prosiguió un poco más hasta que Diego el Robot solitario camenzó a sobrecalentar su sistema y huyó de mi mente perspicaz, sin embargo, aquí está su prueba, Diego admitió finalmente ser un robot. Nadie me creía, me llamaban loca, se burlaban de mí y de mi pequeña teoría, pero he aquí la prueba, ¡dobléguense ante mi gran descubrimiento!.


...Descubrí también que los robots suelen ponerse muy susceptibles cuando se trata de extraterrestres...

16.5.10

Despedirse en la Condesa

Era una de esas tardes de hace unos meses que aún no eran dolorosamente soleadas y agotantes. Una ligera llovizna nos llenaba los hombros de gotitas frías mientras caminábamos por el parque México, comprando objetos absurdos a precios absurdos.
Más tarde el café obligado traería la conversación que habíamos estado evitando todo el día. Y ahí estábamos, sentados en aquél café pretencioso, mi amigo y yo.

-Nos conocemos desde hace mucho tiempo, ¿verdad? -comienza él.
-Si... algo. -no me queda de otra más que proseguir.
-Perdona por no decírtelo antes.
-Equis, no me importa en serio. -Le respondo con aire distraído mientras me acomodo los lentes oscuros para que no note la tristeza en mis ojos. Pero él me conoce y guarda silencio un par de minutos.
-Si sabes que eres mi mejor amiga ¿no?
-If you say so... -(al igual que el Ninja, tiendo a hablar pocho).
-No hagas eso.
-¿Que no haga qué?
-Eso... sé que estás molesta pero no me hagas sentir peor.
-Oh disculpa ¿te sientes mal? Bueno mira, por mí no te preocupes, en serio, que hayas decidido irte a vivir a Canadá sin haberme dicho nada no podría importarme menos. -Esto se lo digo de la manera más cool e impasible que puedo mientras enciendo un cigarro.

Giovanni aguarda en silencio hasta que termino mi café y mi cigarro.

-Yo también voy a extrañarte -me dice con una sonrisa nostálgica, como si no hubiera escuchado nada de lo que dije previamente.

Aprieto los labios en frustración y volteo a otra parte esperando que no se de cuenta de que estoy a punto de llorar.

-Equis. ¿Nos vamos?

Nos levantamos y pagamos al cuenta para seguir caminando un rato más por las pointless calles circulares de la Condesa, quizás por última vez.