Cuando entré al CUM, no sabía cuántas pedas y buenos ratos iba a pasar con la gente con la que me veía obligada a convivir y que hoy puedo asegurar que son mis mejores amigos en la vida, mi amigo el Ninja me hizo recordar que la prepa fue una gran etapa y hoy, quiero contarles cómo Giovanni me postuló por primera vez para: "Señorita Contradicción".
Resulta que nuestro grupo en cuarto de prepa tenía a la titular mas patética del colegio, una mujer a la que llamaremos Sonrics porque hace poco descubrí que vive cerca de mi casa y puede venir a golpearme. Sonrics era una mujer muy extraña, trataba al grupo como si estuviésemos en kinder y siempre estaba sonriendo, bueno...por fuera, porque por dentro...digamos que era también algo temperamental.
Para mediados de ciclo escolar, se acercaba navidad y todo esto, la titular nos hizo formar grupos sin límite de miembros para juntarnos en una casa y hacer unas piñatas. Esto sólo significaba una cosa: Peda.
Para ese entonces mi grupo de amigos en el salón estaba conformado por unas 15 personas asi es que decidimos que ese iba a ser nuestro equipo piñatero. Todos tomamos nuestros celulares y llamamos a nuestras casas para avisar que ibamos a casa de Adrián porque teníamos que hacer un trabajo. Nuestros ilusos padres lo aceptaron, asi que terminando la última clase, que si no mal recuerdo era de Lógica con Angie, nos lanzamos todos en metro a la casa de Adrián que resultó estar bien lejos de todos lados, pero no nos importó porque era una casa grande, con jardín, cerca de donde vendían mezcal a menores y aparentemente sola. Dije aparentemente, pero eso lo explico luego.
Salimos a la tienda a comprar el chupe y los chescos...y de paso harina para el engrudo (íbamos a hacer piñatas se acuerdan?) cuando regresamos, Tere, que es una chica adorable pero muy matada, puso agua a hervir en una olla y le echó la harina, todos la miramos y la miramos por un rato, luego nos volteamos, nos sentamos en el pasto y comenzamos a mezclar el mezcal con 7up, entonces Tere dijo algo que todos habíamos ya olvidado: "qué? no vamos a hacer la piñata?" la respuesta obvia fue la carcajada de todos los presentes, seguida por el "pasa el chupe" y etc, etc.
Tere se dio por vencida y se fue a sentar con nosotros para chupar también, pronto comenzamos a ser un poco escandalosos.
El jardín de la casa tenía una bajada, como un pequeño cerro. Lo que más o menos recuerdo fue que terminé con Giovanni rodando por la bajada de pasto, empanizados en harina y destruyendo el arco de flores que había a la mitad del jardín. Tachi y Tere se comieron el engrudo cuando se nos acabaron las papas, y de repente todos traíamos red bulls en las manos. Ya estaba oscureciendo un poco y después de tanto red bull me dieron ganas de ir al baño, asi es que me levanté tambaleante del pasto, pisé a Haical y caminé hacia el interior de la casa. Como no sabía donde estaba el baño, lo más lógico para mi embriagado cerebro fue subir las escaleras y entrar a la primera puerta que viera.
Por suerte le atiné, era el baño, pero para bajar se me ocurrió prender las luces, pues como dije, ya estaba muy oscuro. Al encender la luz y bajar las escaleras me congelé: la sala estaba repleta de gente que me miraba como a la prostituta de Babilonia, después de una puerta salió un hombre con un cubrebocas quien también me miró así.
Yo obviamente, sólo los miré de la misma reprobatoria manera a ellos y sali de la sala con la cabeza muy en alto, sin decir nada.
Ya en el jardín, desperté a Adrián de una patada en las costillas "Oye creo que aluciné con gente bien rara en tu casa" a lo que Adrián sin mucho asombro respondió: "Ah, no lo alucinaste, esta casa la ocupa mi papá como consultorio, es dentista".
Para este momento todos mirábamos a Adrián como se mira a un condenado a muerte al que ibamos a matar nosotros mismos, resulta que en nuestra borrachera no nos habíamos dado cuenta de toda la gente que había dentro de la casa.
Por suerte, ya eran las 10 de la noche y nuestros amorosos padres ya iban en camino a recogernos pues al otro día había escuela, nos despedimos todos de Adrián con golpes, amenazas y miradas de odio y nos salimos de su destrozada casa.
Cuando mi mamá llegó por mí, acordamos que le daríamos un ride a Giovanni también, asi él distraería a mamá y ella no se daría cuenta de lo ebria que todavía estaba.
Cuando entramos al auto, mamá preguntó "y cuantas piñatas hicieron?" Giovanni y yo nos miramos asombrados a la vez, pues ya habíamos olvidado que todo el asunto era por unas piñatas, yo en un momento de gran brillantez me apresuré a contestar para que no sospechara. "mmm...tres, hicimos tres" mientras con los dedos de una mano señalaba que habíamos hecho dos.
Giovanni solo me gritó "bien Ana, te ganaste la corona señorita contradicción del año!" minetras mamá nos miraba con extrañeza por el retrovisor, poco antes de que me quedara dormida sobre Giovanni, quien terminó todo babeado y teniendo que hacerle la plática a mi mamá sobre cómo habíamos terminado llenos de harina y de tierra. Cuando desperté ya habíamos pasado a dejar a Giovanni...eso o mamá lo echó a medio camino por borracho, nunca lo aclaramos.
Al otro día Sonrics nos preguntó en dónde estaban nuestras piñatas y por qué motivo nos veíamos tan mal, nuestra explicación fue que nos habíamos empachado con el engrudo y todo se arregló cuando Tachi y yo nos escapamos de la escuela para ir a comprar unas piñatas al mercado que estaba cerca y Sonrics creyó la historia de que nosotros las habíamos hecho.
Un éxito más para las borracheras entre semana.
17.1.09
14.1.09
De mis historias
Yo decidí que iba a ser cuentacuentos gracias a mi buen amigo Memo.
Un buen día en el CUM, habíanle pasado tremendas desgracias a Memo, yo, como buena amiga, me burlé de él y me aseguré de que todos en el salón hicieran lo mismo. Entonces Memo, con lágrimas en sus verdes ojos me dijo muy triste:
"Anita: tú tomas la desgracia de uno y obligas al mundo a vivirla".
Ese día me juré a mí misma que ésa iba a ser mi vocación en la vida.
Un buen día en el CUM, habíanle pasado tremendas desgracias a Memo, yo, como buena amiga, me burlé de él y me aseguré de que todos en el salón hicieran lo mismo. Entonces Memo, con lágrimas en sus verdes ojos me dijo muy triste:
"Anita: tú tomas la desgracia de uno y obligas al mundo a vivirla".
Ese día me juré a mí misma que ésa iba a ser mi vocación en la vida.
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