5.6.10

De las vírgenes suicidas

Un fragmento:

"La mañana en que tocó el turno de suicidarse a la última de las hermanas Lisbon (esta vez era Mary, con píldoras para dormir), los dos paramédicos llegaron a la casa sabiendo exactamente en dónde estaba el cajón de los cuchillos, el horno de gas y la viga del sótano de la cual se podía amarrar una cuerda. Bajaron de la ambulancia moviéndose muy lentamente en nuestra opinión y casi sin aliento, el gordo dijo: “Esto no es la televisión, gente, esta es la velocidad a la que vamos”. Él cargaba el pesado respirador y el desfibrilador a través de los arbustos que habían crecido monstruosamente y sobre el pasto maltratado que, trece meses antes, cuando comenzó el problema, lucía dócil e inmaculado.


La más joven, Cecilia, de apenas trece años, se había ido primero cortándose las venas como un estoico mientras tomaba un baño; y cuando la encontraron flotando en su pequeña piscina rosada, con los ojos amarillos de alguien poseído y su pequeño cuerpo que despedía el olor de una mujer madura, los paramédicos estaban tan asustados por su serenidad que solo se quedaron parados ahí, fascinados. Entonces la señora Lisbon irrumpió gritando y la realidad de la habitación se confirmó sola: había sangre en el tapete del baño y la navaja de afeitar del señor Lisbon destellaba en el fondo del retrete. Los paramédicos sacaron a Cecilia del agua tibia porque aceleraba el sangrado y le pusieron un torniquete en el brazo. Su cabello mojado colgaba por su espalda y sus extremidades ya estaban azules. No dijo ni una palabra, pero cuando le extendieron las manos encontraron la imagen laminada de la Virgen María que sostenía sobre su pecho floreciente.


Eso pasó en Junio, en la época de moscas de pesca, cuando nuestro pueblo se cubre con los restos de esos efímeros insectos. Se elevan formando nubes desde las algas del lago contaminado y ennegrecen ventanas, cubren los automóviles y las lámparas de la calle, pavimentan los muelles municipales y adornan los aparejos de los botes; siempre en esa misma omnipresencia marrón de escoria voladora. La señora Scheer, que vive al final de la calle, dijo haber visto a Cecilia el día anterior a su intento de suicidio. Estaba en la orilla de la acera con el antiguo vestido de novia acortado que siempre usaba, mirando un Thunderbird revestido de moscas de pesca. “Mejor te consigues una escoba, cariño”, le advirtió la señora Scheer. Cecilia la vio con su mirada de espiritualista, “están muertas”, le dijo, “solo viven veinticuatro horas. Salen del huevo, se reproducen y luego estiran la pata. No les da tiempo ni de comer”. Luego de eso metió la mano en la capa acolchada de bichos y escribió sus iniciales: C.L.


Hemos tratado de acomodar las fotografías cronológicamente, pero han pasado tantos años que se ha vuelto difícil. Algunas están borrosas pero resultan reveladoras: la Prueba A muestra la casa de los Lisbon poco antes del intento de suicidio de Cecilia, fue tomada por la agente de bienes raíces Carmina D’Angelo, a quien el señor Lisbon había contratado para vender la casa en la que su gran familia ya no cabía. Como se puede ver en la instantánea, al techo de pizarra aún no se le habían caído las tejas, el porche era aún visible por encima de los arbustos y las ventanas nos estaban todavía unidas con pedazos de cinta adhesiva: Una cómoda casa de los suburbios. La ventana superior derecha del segundo piso muestra una mancha borrosa que la señora Lisbon identificó como Mary Lisbon. “Solía encresparse el cabello porque decía que era demasiado lacio”, dijo años más tarde, recordando cómo se había visto su hija durante su breve estancia en la Tierra. En la fotografía, Mary fue capturada en el momento en el que usaba la secadora de pelo. Su cabeza parece estar en llamas, pero es solamente una ilusión óptica. Era el 13 de Junio, afuera era un día soleado con 28º".

Y si, la traducción es mía.

3.6.10

Las cosas más extrañas

Alicia se preguntaba siempre por qué le pasaban esas cosas, pero Alicia temía también que le pasaran cosas peores.
Con los años, Alicia se hizo a la idea de que las cosas más extrañas sólo le pasaban a ella y luego a sus amigos por extensión, por la mala costumbre que tenían de andarse juntando con ella.

Todas estas cosas las pensó Alicia un día que no encontraba las agujetas de sus tenis.
Si, Alicia era algo dramática.