North to south
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Running on
Bravado
As if to say, as if to say
As if to say, he doesn't like chocolate
He's born a liar, he'll die a liar
Some things will never be different
Stop being so American
There's a time and there's a place
So James Dean
So blue jeans
Gonna save the world
He's gonna
Are you hoping for a miracle?
Are you hoping for a miracle?
Are you hoping for a miracle?
Are you hoping for a miracle?
Three out of five, three out of five (it's not enough)
Six out of ten
Better luck next time
Just like his Dad, just like his Dad (the same mistakes)
Some things will never be different
Hungry and dumb, hungry and dumb (so wait in line)
Queuing up for some more junk food
It's not my fault, it's not my fault (just this once)
They're getting so much younger
Why can't you be more European?
Bastard child of guilt and shame
Bury your head in the sand
I'm thinking six, six, six
I'm thinking six
Are you hoping for a miracle?
Are you hoping for a miracle?
Are you hoping for a miracle?
Are you hoping for a miracle?
It's not enough.
10.5.08
5.5.08
Mr. Hush Puppies
Asi se llamaba el perrito.
O así le pusimos, da igual.
A mi no me interesan las erupciones epiteliales, pero igual tuve que enterarme, y no fue agradable. La pizza: muy buena. Los recuerdos: frescos. La salsa: Tampico. Y Ruy, y Coño, y Mónica, y Memo, y Arañita, y el Puma...todos ellos, todos. No estaban, pero si estuvieron.
Las gomitas de café se disolvían en mi boca mientras me reía de Giovanni tirado en aquél cerro en Zirácuato, parecía que llovería, pero no llovió, y luego nos volvieron a estimar en Lumen, malditas pinturitas y maldita pobreza la nuestra.
El stress se fué, la alegría volvió, la señora Loes, la señora Loera, la señora Lofué...y si fué, porque ya nunca bajó, e hizo bien en ya no bajar, porque yo me acuerdo que a mi me tocó ver a los ancianos en bata.
Y luego por qué nos preguntan que qué nos hicieron en el CUM, si es cierto que estamos mal, que estamos dañados, que algo nos hicieron que no nos podemos (no queremos mas bien) acordar.
Malditos Maristas!
O así le pusimos, da igual.
A mi no me interesan las erupciones epiteliales, pero igual tuve que enterarme, y no fue agradable. La pizza: muy buena. Los recuerdos: frescos. La salsa: Tampico. Y Ruy, y Coño, y Mónica, y Memo, y Arañita, y el Puma...todos ellos, todos. No estaban, pero si estuvieron.
Las gomitas de café se disolvían en mi boca mientras me reía de Giovanni tirado en aquél cerro en Zirácuato, parecía que llovería, pero no llovió, y luego nos volvieron a estimar en Lumen, malditas pinturitas y maldita pobreza la nuestra.
El stress se fué, la alegría volvió, la señora Loes, la señora Loera, la señora Lofué...y si fué, porque ya nunca bajó, e hizo bien en ya no bajar, porque yo me acuerdo que a mi me tocó ver a los ancianos en bata.
Y luego por qué nos preguntan que qué nos hicieron en el CUM, si es cierto que estamos mal, que estamos dañados, que algo nos hicieron que no nos podemos (no queremos mas bien) acordar.
Malditos Maristas!
4.5.08
Siempre que te pregunto...
Es inútil. Todo vuelve a nacer. Para la oscura boca que nos traga, para el amor y el odio, para el llanto, aqui estamos. Sobrevivientes del día de ayer, con los ojos puestos a secar al sol y con el corazón extendido con la mano como una carta.
A tí, Dios, acudo para rayarte la espalda terca y pegarte en la oreja hasta que vuelvas a mirarme, padre mío, justo. Mírame. ¡Mírame!.
He caminado de rodillas todos estos días, dormido sobre brasas, y estoy débil como una mujer en su primer día de muerta.
Por subterráneos andamos, buscándonos, llamándonos, igual que dos amigos perdidos. Inextricable estás, madeja de sombra, raíz oscura, oscura.
Nido de sirenas.
Con ojos de tres meses te espero, corazón alambrado.
Lo que no sé, lo que no quiero, viejo porvenir.
(Hoy las voces de todos mis ayeres me vinieron a revivir).
Estoy desmantelada, aguardándote, y siento tus pasos sobre mi pecho, crujiendo como sobre un piso de madera podrida.
Vacía y vieja, y con miedo y con odio, en mi soledad te acecha mi amor para atraparte, vivo, como a un pájaro.
Bajo tus alas, en la dura sombra que te baja a mis manos, enclenque estoy, torcida.
He visto, he estado con gente que quiero, me la he pasado hablando y haciendo, aquí y allá, tratando de corregirme, de crecer en medio de las cosas perfecta.
Pero no sé, no puedo, necesito.
A picotazos me tratas y estoy cansada, malherida.
Tercamente, igual que un mono, estoy limpiándome, quitándome las manchas con todo y piel, caída en tu tierra de almas.
Viene de todos los días una agria memoria, más lenta, más fuerte, más honda que este deseo.
Viene mi rostro de veintiún años y vienen otras caras y mi cadáver.
A lo largo de todos me extiendo como una vara de humo, y mi corazón es largo igual que la música.
Y ahora sigo tu rastro, olfateo como un sabueso cansado.
Todo lo que digo de tí es cierto, cuando hablo bien, cuando hablo mal de tí, porque lo que digo yo de tí es lo que dices tú de tí, yo soy tu instrumento.
Con esta misma mano con que escribo me he llevado en este momento el pan a la boca mientras pensaba y pienso que entre tú y yo hay alambradas en que queda solo la piel de uno, del más débil, del más deseoso.
Estoy vecina al caos, a la imagen. Siento que sube el nivel del vacío en mi vaso y me place aniquilarme.
Mi cabeza, sobre una charola, en mis manos, predice el porvenir.
Hermano, amigo mío, entreténme en algo, méteme una hormiga en la oreja, arráncame una uña, dame un pedazo de destino.
Porque esta soledad sin oficio es peor que todo, es un croar en el corazón.
Ábreme, Padre, la puerta del patio,
para que salga a jugar con los alacranes un rato.
A tí, Dios, acudo para rayarte la espalda terca y pegarte en la oreja hasta que vuelvas a mirarme, padre mío, justo. Mírame. ¡Mírame!.
He caminado de rodillas todos estos días, dormido sobre brasas, y estoy débil como una mujer en su primer día de muerta.
Por subterráneos andamos, buscándonos, llamándonos, igual que dos amigos perdidos. Inextricable estás, madeja de sombra, raíz oscura, oscura.
Nido de sirenas.
Con ojos de tres meses te espero, corazón alambrado.
Lo que no sé, lo que no quiero, viejo porvenir.
(Hoy las voces de todos mis ayeres me vinieron a revivir).
Estoy desmantelada, aguardándote, y siento tus pasos sobre mi pecho, crujiendo como sobre un piso de madera podrida.
Vacía y vieja, y con miedo y con odio, en mi soledad te acecha mi amor para atraparte, vivo, como a un pájaro.
Bajo tus alas, en la dura sombra que te baja a mis manos, enclenque estoy, torcida.
He visto, he estado con gente que quiero, me la he pasado hablando y haciendo, aquí y allá, tratando de corregirme, de crecer en medio de las cosas perfecta.
Pero no sé, no puedo, necesito.
A picotazos me tratas y estoy cansada, malherida.
Tercamente, igual que un mono, estoy limpiándome, quitándome las manchas con todo y piel, caída en tu tierra de almas.
Viene de todos los días una agria memoria, más lenta, más fuerte, más honda que este deseo.
Viene mi rostro de veintiún años y vienen otras caras y mi cadáver.
A lo largo de todos me extiendo como una vara de humo, y mi corazón es largo igual que la música.
Y ahora sigo tu rastro, olfateo como un sabueso cansado.
Todo lo que digo de tí es cierto, cuando hablo bien, cuando hablo mal de tí, porque lo que digo yo de tí es lo que dices tú de tí, yo soy tu instrumento.
Con esta misma mano con que escribo me he llevado en este momento el pan a la boca mientras pensaba y pienso que entre tú y yo hay alambradas en que queda solo la piel de uno, del más débil, del más deseoso.
Estoy vecina al caos, a la imagen. Siento que sube el nivel del vacío en mi vaso y me place aniquilarme.
Mi cabeza, sobre una charola, en mis manos, predice el porvenir.
Hermano, amigo mío, entreténme en algo, méteme una hormiga en la oreja, arráncame una uña, dame un pedazo de destino.
Porque esta soledad sin oficio es peor que todo, es un croar en el corazón.
Ábreme, Padre, la puerta del patio,
para que salga a jugar con los alacranes un rato.
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