Es inútil. Todo vuelve a nacer. Para la oscura boca que nos traga, para el amor y el odio, para el llanto, aqui estamos. Sobrevivientes del día de ayer, con los ojos puestos a secar al sol y con el corazón extendido con la mano como una carta.
A tí, Dios, acudo para rayarte la espalda terca y pegarte en la oreja hasta que vuelvas a mirarme, padre mío, justo. Mírame. ¡Mírame!.
He caminado de rodillas todos estos días, dormido sobre brasas, y estoy débil como una mujer en su primer día de muerta.
Por subterráneos andamos, buscándonos, llamándonos, igual que dos amigos perdidos. Inextricable estás, madeja de sombra, raíz oscura, oscura.
Nido de sirenas.
Con ojos de tres meses te espero, corazón alambrado.
Lo que no sé, lo que no quiero, viejo porvenir.
(Hoy las voces de todos mis ayeres me vinieron a revivir).
Estoy desmantelada, aguardándote, y siento tus pasos sobre mi pecho, crujiendo como sobre un piso de madera podrida.
Vacía y vieja, y con miedo y con odio, en mi soledad te acecha mi amor para atraparte, vivo, como a un pájaro.
Bajo tus alas, en la dura sombra que te baja a mis manos, enclenque estoy, torcida.
He visto, he estado con gente que quiero, me la he pasado hablando y haciendo, aquí y allá, tratando de corregirme, de crecer en medio de las cosas perfecta.
Pero no sé, no puedo, necesito.
A picotazos me tratas y estoy cansada, malherida.
Tercamente, igual que un mono, estoy limpiándome, quitándome las manchas con todo y piel, caída en tu tierra de almas.
Viene de todos los días una agria memoria, más lenta, más fuerte, más honda que este deseo.
Viene mi rostro de veintiún años y vienen otras caras y mi cadáver.
A lo largo de todos me extiendo como una vara de humo, y mi corazón es largo igual que la música.
Y ahora sigo tu rastro, olfateo como un sabueso cansado.
Todo lo que digo de tí es cierto, cuando hablo bien, cuando hablo mal de tí, porque lo que digo yo de tí es lo que dices tú de tí, yo soy tu instrumento.
Con esta misma mano con que escribo me he llevado en este momento el pan a la boca mientras pensaba y pienso que entre tú y yo hay alambradas en que queda solo la piel de uno, del más débil, del más deseoso.
Estoy vecina al caos, a la imagen. Siento que sube el nivel del vacío en mi vaso y me place aniquilarme.
Mi cabeza, sobre una charola, en mis manos, predice el porvenir.
Hermano, amigo mío, entreténme en algo, méteme una hormiga en la oreja, arráncame una uña, dame un pedazo de destino.
Porque esta soledad sin oficio es peor que todo, es un croar en el corazón.
Ábreme, Padre, la puerta del patio,
para que salga a jugar con los alacranes un rato.
6 comentarios:
"hay que recibir a Dios el padre"
dijo una señora que apenas y podia vivir.
Quien fuera tú para poder expresarse de esa manera.
Coincido con el comentario del señor mimo
I wish that I could fly away...
Y poder escribir como tu... coincido con los anteriores, de verdad me encanta tu escritura!
No vengo a presentarme como hija de la diosa, ni de dios, no vengo a tu pecho para que acaricies mi pelo, no, entiende! No!
No quiero más el juego de las lágrimas, este que me obliga a ir de ella en ellas y caer aquí, aquí!, donde "curiosamente" nadie me conoce y yo les desconozco también, es ese el camino que me persigue, por mas que arranque, es esta soledad la que me hace buscarte y decir,, contrariadamente que te admiro y te leo.
En mi blog puse un texto suyo, que me encantó, un pedazo, una parte, que tenía mucho que ver con lo que estaba (estoy)sintiendo, si le molesta, lo siento, y mi inclino a vuestra merced!
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