The monster mash

Hay gente que se toma muy en serio esto del halloween no?

En fin, pasando a temas mas pedestres, mañana me voy de la ciudad, es algo que necesito. No me malinterpreten, amo mi ciudad, es solo que hace frío y a veces es necesario escapar y como a mí eso casi no se me da...

Así, como este anochecer, me siento. Las últimas luces se pierden en el cielo, y la sombra avanza sobre la tierra inundándola, igual que un agua espesa y oscura. En la ciudad es difícil sentirse perdida. He visto esta maniobra de la luz a través de la ventana, en mi casa, en un departamento atiborrado de ruidos, el calentador, la televisión, los gritos del bebé. Sólo por un instante me dí cuenta del cielo. ¡Qué naturaleza, qué Dios tan distante y tan ajeno! Uno vive solo con sus deseos y ni siquiera es el espectáculo de sí mismo.

No hay lugar para la desesperación, ni para la fatiga, ni para la alegría. Pendiente sólo de la cabeza que duele, de la hora de ir a la escuela, de la gastritis, del dinero gastado, de la hora de acostarse; se resucita a veces, por un momento, con los niños disfrazados de vampiros pidiendo dulces, con el relámpago del deseo (que le deja a uno la carne alumbrada hasta caer), y a veces también con las páginas blancas de la libreta en que escribe y que son frente a uno como un espejo en que no se ve el rostro sino el destino.

Preocupada, afligida por Dios, que tiene la cara blanca y vacía, sin una sola palabra ni un gesto, preocupada de la piedra que es Dios (la piedra sobre la mesa de madera, la piedra sobre el agua, la piedra que tienen en la mano los muertos), uno podría hablar de Dios interminablemente, intermitentemente, internamente, interiormente, con ternura y con odio, como de un hijo perdido. Uno podría quedarse callado también, de Dios, sin cesar, como se queda callado de la sangre el corazón...Uno podría quedarse callado, uno debería quedarse callado.