El señor feudal era un hombre alto, delgado y anguloso, de modales refinados.
Los recién casados lo miraron azorados, con un pavor no exento de respeto. "Vengo a reclamar mis derechos -dijo el señor suavemente- la primera noche me pertenece". Los aldeanos no se atrevieron a replicar. El blanco caballo sin jinetes que se encontraba junto al del barón relinchó nervioso, un soldado lo sujetó por las riendas y le acarició el cuello para tranquilizarlo.
El señor feudal sonrió. "Vas a venir conmigo al castillo, pichoncito, verás que te va a gustar". En seguida montó en su corcel y lo instó a dar media vuelta, alejándose en dirección del fuerte señorial, no sin antes haber hecho señas a sus guardias.
Los soldados entonces sujetaron al novio y lo montaron en el caballo blanco.
La novia se quedó llorando en la aldea.
4 comentarios:
Vaya, es como una versión gay de "Corazón valiente", supongo que sería algo así como "Corazón caliente"...
Eres genial.
hola amor,muy bonito tu cuentin, te iba a reclamar por lo de "pinchoncito", pero al ver que era un we, pues bueno, quedo perfecto
el señor feudal tenia los modales refinados.
Y los gustos no los tenia tanto.
... final inesperado, divertido.
Publicar un comentario